El auge del comercio electrónico tras la COVID-19 y cómo solucionar el gran reto que plantea: la sostenibilidad en la última milla

La pandemia de la COVID-19 nos ha dejado varias lecciones. A raíz de aquel confinamiento estricto que tuvo lugar entre marzo y junio de 2020, en el que no pudimos salir más que para necesidades básicas como ir a hacer la compra o sacar a nuestro perro, descubrimos que eso de las videollamadas que nos vendieron hacía años podía ser más útil de lo que parecía. También que había otras formas de pago más allá del efectivo y que comprar por Internet puede ser completamente seguro si sabes cómo.

De hecho, según recoge el último informe de Tendencias de Medios de Pagos desarrollado por Minsait, la tarjeta ya es el medio de pago preferido para el 74% de la población tanto en comercio físico como a la hora de hacer compras online. Esto ha provocado, entre otras cosas, que el comercio electrónico se haya disparado en nuestro país. Algo que queda reflejado en la II Radiografía de Consumo y Coronavirus elaborada por Webloyalty, donde se revela que el comercio electrónico creció un 35% en España a lo largo de 2021. Principalmente los meses de noviembre, diciembre y enero, dos meses marcados por eventos tan populares como el Black Friday y las Navidades.

Las entregas de última milla en zonas urbanas aumentarán un 36% para 2030

El auge del comercio electrónico, unido a las consecuencias de la pandemia de COVID-19, también ha traído consigo otros problemas como que el hecho de que el consumo de plástico y de cartón haya crecido de manera exponencial. Tan solo hay que fijarse en los contenedores tanto de plástico como de cartón durante los días posteriores a eventos como el anteriormente citado Black Friday. ¿Alguna vez los habías visto tan llenos? A pesar de que la industria apuesta por opciones cada vez más sostenibles, lo cierto es que el auge del ecommerce está repercutiendo en el aumento de la huella de carbono.

No solo por el hecho de que se está consumiendo mucha más materia prima, que también, sino por las entregas de última milla. Según un estudio del Foro Económico Mundial, las entregas de última milla en zonas urbanas aumentarán un 36% para 2030 en las cien principales ciudades del mundo. Pero, ¿Qué es la última milla y por qué se hace tanto hincapié en la misma? En resumidas cuentas, podemos definirla como el proceso final de entrega de un pedido que tiene una tienda online hasta que llega a su comprador final. Si las autoridades no lo remedian, y no se toman medidas para reducir la huella de carbono, las emisiones de CO2 emitidas alcanzarán los 25 millones de toneladas. Dado que el auge del comercio electrónico es inevitable. ¿Cómo podemos revertir la situación para preservar nuestro medio ambiente? ¿Qué alternativas tienen las grandes empresas para reducir su respectiva huella de carbono?

Uno de los primeros conceptos que se nos pueden venir a la cabeza a la hora de hablar acerca de la neutralización de la huella de carbono son los bonos carbono. Un mecanismo, establecido en el Protocolo de Kyoto, que tiene como objetivo de nivelar la cantidad de emisiones totales que pueden ser liberadas por una empresa o negocio para poder reducir así las emisiones contaminantes. Para que esto sea posible, el sistema ofrece diversos incentivos económicos a las empresas privadas a cambio de mejorar la calidad ambiental y de que se consiga regular la emisión generada por sus procesos productivos.

Las alternativas para reducir la huella de carbono tras el auge del comercio electrónico, a debate

Sin embargo, hace falta mucho más. En declaraciones a la Cadena SER, el gerente de Packaging Cluster Àlex Brossa propone hubs urbanos que permitan reducir tanto la contaminación generada por los vehículos como el material empleado para el embalaje de los distintos productos que pidamos a través de Internet: «El ecommerce tiene que evolucionar en la manera en la que hacemos. A lo mejor, en lugar de recibir la prenda en casa, tienes que ir tú a recogerla a algún sitio cercano. Así es más eficiente la última milla y no tienes que hacer un sobre embalaje para proteger el propio producto».

Otras opciones que se recogen en esta charla de Twitch, en la que también participan el gerente de la compañía Visually, Santiago Querol, y la directora del Instituto Tecnológico de Embalaje, Transporte y Logística (Itene), Carmen Sánchez, son el desarrollo de redes de puntos de entrega como pueden ser las taquillas inteligentes o la electrificación de las flotas de reparto para evitar que contaminen tanto al medioambiente. Asimismo, también se valora la posibilidad de establecer un precio simbólico a las devoluciones de paquetes para reducir la huella de carbono generada a partir de las mismas o incluso un incluso ponerle cierto gravamen a cada envío para que el consumidor o consumidora no dependa tanto del comercio electrónico.

Algo que ya ha resultado efectivo en los supermercados, donde el hecho de cobrar por las bolsas de plástico ha ayudado a reducir su consumo, y que espera ser igual de eficaz con los plásticos no reciclables o altamente contaminantes gracias a la nueva Ley de Residuos. Según las previsiones del Gobierno, estas medidas podrían ayudar a reducir el uso de plásticos en un 50% en 2026 y hasta un 70% para 2030.

Y en horizonte asoman nuevos retos como el sistema de reparto de paquetes a través de drones y el auge de compañías de crowdshipping como Shopopop, una plataforma de entregas colaborativas a domicilio que aspira a desatascar las grandes ciudades. Pero, más allá de cambios generales, también es importante tener en cuenta cuáles son los que proponen tanto las grandes empresas como las más pequeñas.

El caso de Amazon: ¿Cuáles son las operaciones sostenibles de la empresa?

A la hora de hablar sobre comercio electrónico es imposible no acordarse de Amazon. El rey del ecommerce cerraba el 2021 con unas ventas anuales a nivel global que superaban los 29.000 millones de euros. Una gran diferencia respecto a lo obtenido el año anterior, cuando lograba unos ingresos de 18.600 millones de euros. De esta manera, la compañía sigue creciendo y, por ende, se hace fundamental conocer cómo abordan desde la empresa un problema que, de no afrontarlo, puede repercutir negativamente al medioambiente.

A pesar de que, a día de hoy, el comercio offline genera más CO2e que el comercio electrónico, tal y como recoge un informe elaborado por OliverWyman, el gigante electrónico es consciente de que el ecommerce todavía no ha tocado techo. Por todo ello, se compromete a alcanzar las cero emisiones netas de carbono para 2040, diez años antes de lo que marca el Acuerdo de París. De hecho, ya forma parte de plataformas como The Climate Pledge, en la que se trabaja a destajo para adelantarse a la fecha fijada por el acuerdo internacional. Para ello, la compañía trabaja en torno a cinco grandes áreas de actividad: embalaje y economía circular, energías renovables, mejora en las operaciones, ayuda a los clientes para comprar de forma sostenible e inversión en soluciones que descarbonicen y ayuden a proteger el medio natural.

Las cinco aristas de Amazon para reducir la huella de carbono

Entre algunas de las distintas acciones de Amazon en el campo del embalaje destacan algunos programas como el Paquete Abrefácil, mediante el que la compañía ofrece a los clientes un embalaje 100% reciclable. Gracias a este programa, la compañía ha reducido el peso de los embalajes en un 36% de media y eliminado un millón de toneladas de material de embalaje. También otros como FBA Liquidations y FBA Grade and Resell, con el que los colaboradores comerciales pueden darle una segunda vida a los productos devueltos o no vendidos.

Para promover la sostenibilidad entre sus clientes, la compañía cuenta con el programa Climate Pledge Friendy, mediante el que permite a los usuarios y usuarias de la plataforma a identificar los productos que aportan mejoras en lo que respecta a la sostenibilidad. En lo que refiere al transporte, Amazon pretende que el 100% de su red de transporte y reparto sea eléctrica en el futuro. De hecho, para 2030 se espera que haya 100.000 vehículos de estas características en circulación.

Por último, y en lo que respecta al campo de las energías renovables y las inversiones, la compañía es el mayor comprador corporativo de energía renovable del mundo, con 310 proyectos eólicos y solares. Además, dispone de dos fondos de inversión conocidos como The Climate Pledge Fund y Right Now Climate Fund.

¿Es caro ser sostenible para una empresa? Las operaciones de un pequeño comercio electrónico

Sin embargo, no todas las empresas cuentan los recursos de los que dispone Amazon. En declaraciones a la Cadena SER, el director de marketing de Perfume’s Club, Jorge More, nos cuenta que trabajan desde hace tiempo con el objetivo de reducir la huella de carbono en su empresa. Después de reconocernos que ser una empresa sostenible es bastante caro, More fundamenta la estrategia de su empresa en dos aristas principales: adaptación y reeducación.

En primer lugar, More habla de la importancia de educar a los clientes para que tengan en consideración que recoger un paquete en un punto de entrega es más sostenible a que te lo entreguen en la puerta de casa. Por otro lado, también promueven un tipo de empaquetado en el que tanto la caja como el precinto son 100% reciclados. Además, desde Perfume’s Club aseguran que ofrecen una visibilidad adicional a las marcas comprometidas con el medio ambiente y que buscan alianzas con compañías y colaboradores que trabajen en este punto.

Reeducar y buscar alianzas para ser más sostenibles

De esta manera, y dado que a día de hoy el Gobierno no ofrece ningún tipo de ayudas a las empresas para favorecer la reducción de su respectiva huella de carbono, desde este pequeño ecommerce se encomiendan tanto a la reeducación de la sociedad como al hecho de forjar alianzas con otras compañías que, como ellos, tengan claro la importancia del cambio. Y es que, a día de hoy, el Gobierno no ofrece ayudas a las empresas para que estas sean más sostenibles.

Tras consultar al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, nos explican que a día de hoy no existen ayudas para que las empresas puedan ayudar a reducir su huella de carbono. No obstante, sí que hay líneas de ayuda a la movilidad sostenible como los Planes MOVES I, II y III. Y, como marco normativo, también se ha lanzado el Real Decreto para regular las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). En este caso, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana tiene previstas líneas de ayuda a los ayuntamientos para implantar esas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), y es competente en todo lo relativo al transporte.

Los retos para garantizar la sostenibilidad en la última milla, por Ecologistas en acción

Después de conocer más acerca de los planes de sostenibilidad tanto de grandes empresas como Amazon como de pequeños comercios como Perfume’s Club, llega el momento de descubrir si estos esfuerzos son suficientes o si todavía queda un largo camino por delante. Para ello contactamos con Charo Morán, de Ecologistas en Acción. En declaraciones a la Cadena SER, y después de hablarle acerca de los modelos propuestos por gigantes electrónicos de la talla de Amazon, Morán considera que nunca pueden llegar a ser considerados sostenibles porque estos modelos de negocio van totalmente en contra de los modelos de sostenibilidad actuales: «Se basan en promover un consumo acrítico de acumulación de objetos que no necesitamos y en un modelo globalizado basado en un bazar mundial que está deslocalizado, que genera grandes distancias, que acumula un stock de productos, que cuando no tienen posibilidad de venderse se destruyen y que suponen todo un proceso de deterioro del planeta».

Pero no solo eso. Morán denuncia que este tipo de sistema supone también un deterioro de las condiciones laborales, por lo que reconoce que no puede considerar que sea el modelo a seguir. ¿Cuáles serían los pasos a seguir para revertir la situación y lograr esa tan ansiada sostenibilidad en la última milla? Tal y como explica la portavoz de Ecologistas en Acción, es fundamental apostar por un consumo más de cercanía y fomentar la cultura de la suficiencia en lo material. No así en las relaciones comunitarias o sociales ya que, bajo su punto de vista, deberían ser mucho más ricas que las actuales. De esta manera, la licenciada en Ciencias Biológicas considera que repartir el empleo y liberar tiempo de vida ayudarían al desarrollo de una sociedad más libre que la actual.

Un sistema vulnerable y el gran reto para vivir «una vida con mayúsculas»

Bajo el punto de vista de Morán, sistemas como los propuestos por las grandes empresas tienen fecha de caducidad porque los recursos del planeta son limitados: «El actual modelo de producción y consumo global que se desarrolla necesitando un crecimiento continuo de la economía es un modelo que no va a poder seguir engordando en la medida de que vivimos en un planeta de recursos finitos y ya en situación de traslimitación». Por todo ello, la portavoz de Ecologistas en Acción asegura que la economía global va a tener que verse adaptada a tener que vivir con menos materias primas y productos.

La activista asegura que uno de los grandes retos de cara a los próximos años, ya que tenemos que ver cómo asume tanto la sociedad como las grandes corporaciones este nuevo escenario, es «afrontar este decrecimiento económico de una manera organizada, coordinada, participada y con criterios de sostenibilidad y justicia social basando en el reparto par que todas las personas tengamos acceso a una vida digna». Según explica Morán, sería un error dejar esta labor en manos de los grandes poderosos porque, a su entender, acabarían expulsando a cada vez más personas de sus condiciones de vida mínimamente dignas. Por todo ello, y para recuperar una vida en mayúsculas, Morán establece tres pilares para la nueva sociedad que viene: Reparto, sostenibilidad y cultura de la suficiencia.

Fuente: Cadena Ser

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