El consumo de las familias españolas se desinfla a la mitad en 2022 a causa de la inflación

La invasión rusa de Kiev ha cambiado de manera radical el panorama económico de este año. Todos los analistas han rebajado sus previsiones de crecimiento y la razón de la caída se explica, sobre todo, por la incidencia que la alta tasa de inflación tendrá sobre el gasto privado. La Cámara de Comercio de España prevé que el consumo de los hogares aumente en este año un 2% en lugar del 4% que habían calculado a finales del año pasado. Funcas, por su parte, lo sitúa en el 2,5%. Son previsiones exiguas si se considera que en 2021 el gasto final de los hogares aumentó un 4,6% respecto al año previo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, queda muy lejos de ese 6,9% que en julio del año pasado el Gobierno contempló en los Presupuestos Generales del Estado.

Antes de que la guerra estallara, ya se observaba una ralentización del consumo, como consecuencia del aumento de las tasas de contagio por la variante ómicron, la intensificación de los cuellos de botella en la oferta y la subida de los precios de la energía. El Banco Central Europeo advirtió hace unas semanas de que el gasto de las familias se contrajo más de lo esperado en el cuarto trimestre de 2021 y se situó un 2,5% por debajo del nivel anterior a la pandemia. En ese mismo periodo, el consumo de los españoles cayó un 1,2% respecto al tercer trimestre, según el INE. Si se compara de forma interanual, se observa que aumentó un 2,4% respecto al otoño de 2020, tres décimas menos que en el tercer trimestre.

A la presión de los costes energéticos y de combustible se suma ahora el conflicto de Ucrania, por lo que el gestor europeo cree que el retroceso se mantendrá al menos en el primer trimestre de 2022. A nivel regional, el BCE contempla que el consumo crezca de manera mucho más moderada que lo previsto al cierre de 2021, cuando lo cifró en un 5,9%. Pese a todo, el 4,6% que estima ahora para el bloque prácticamente duplica las cifras que se barajan en el caso español.

La brecha entre Europa y España se debe en especial al boom de la inflación, que en febrero llegó al 7,6%, lastrando el poder adquisitivo de las familias. Para ese mes, la gasolina ya se había encarecido un 6,5% y el diésel un 8,5%. En cambio, los salarios de convenio subieron únicamente un 2,2%, tres veces menos que el IPC, que registró el mayor repunte en tres décadas.

Con los precios muy por encima de las nóminas, el margen de gasto y ahorro es menor. La incertidumbre que genera el conflicto en Ucrania aumentaría normalmente el dinero a guardar, pero en esta ocasión el BCE no prevé que ocurra así porque las familias usan esos ingresos para amortiguar, al menos en parte, los efectos negativos de la escalada en los precios de la energía. A nivel nacional, la factura de la luz fue un 41% más cara en 2021 que en 2020, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). La situación empeoró con el estallido de la invasión, el 24 de febrero. Desde ese entonces, el precio del mercado mayorista de la electricidad pasó de los 205,6 euros/MWh a los 544,98 euros/WHh.

Los analistas auguran que el recibo no aflojará en los próximos meses, lo que a su vez hará que la tasa de ahorro caiga hasta situarse por debajo de su nivel precrisis. Esta caída, sin embargo, no afectará por igual a todos los hogares. El BCE precisa que los más afectados serán, una vez más, los más pobres, que al tener la renta más baja están más expuestos a las perturbaciones en el mercado y cuentan con menos ahorros. A su vez, el Banco de España calificó en enero de “incierto” el uso que las familias iban a hacer del dinero acumulado. En ese momento esperaba que solo una parte se fuera a gasto, debido a que buena parte del acumulado lo concentraban las familias con ingresos más altos, que son las que tienen menor propensión a consumir. En cualquier caso, el gasto debería ser superior a la renta real de 2023 gracias al ahorro acumulado al inicio de la pandemia.

Compras con tarjeta

A pesar de la caída generalizada en el consumo privado, se observa un incremento en el gasto con tarjeta. Las compras realizadas en 2021 con este método de pago superaron en más de 30 millones las de 2019, antes del estallido de la pandemia. Se trata además de un repunte del 21,6% respecto a 2020, cuando el crecimiento fue negativo (-0,49%), según el Banco de España.

A diferencia de la evolución trimestral del gasto privado, las operaciones con tarjeta bancaria aumentaron mes a mes, superando los 55 millones en el cuarto periodo del año. Se trata de una tendencia que, según BBVA Research, se ha mantenido en los dos primeros meses de 2022. Sus registros muestran un aumento del 45% interanual en enero y del 53% en febrero. El crecimiento se aceleró por la ausencia de las restricciones sanitarias vigentes hace un año, lo que impulso el gasto en viajes, alojamiento, restauración, transporte y moda. Por contra, las compras de tecnología, libros y equipamiento del hogar bajaron.

Se observa además un incremento del comercio electrónico que disparó a máximos históricos (34%) las ventas no presenciales en la cesta de la compra. En cambio, el gasto con tarjetas extranjeras aún se sitúa por debajo de las cifras prepandemia.

Fuente: Cinco Días

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