A la espera de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirme el dato a mediados de septiembre, ha sido la caída de los precios de los carburantes la que ha contribuido especialmente a bajada del índice general en agosto y en menor medida el descenso de los combustibles líquidos, ambos mayores que los registrados el año anterior.
Es el primer retroceso del índice desde abril, cuando los precios cayeron tras el subidón de marzo en el que la tasa se disparó hasta el 9,8%. Aún así, se trata de la segunda tasa más alta (son máximos no vistos en más de 30 años) en esta etapa de presión inflacionaria que comenzó en 2021 y que se ha recrudecido este año especialmente desde el inicio de la guerra en Ucrania.
La inflación subyacente, la que excluye productos energéticos y alimentos no elaborados, es la que desmonta el ejercicio de ilusionismo que pretende el dato de agosto: trepa hasta el 6,4%, tres décimas más que el mes previo, y la más alta desde enero de 1993 si se confirma en ese nivel.
Los analistas de Bankinter apuntan que, si los datos se confirman, «el balance es negativo» porque pese a que el retroceso del índice general anual es mayor de lo esperado (apuntaban al 10,7%) «la subyacente es la tendencial y nos indica cómo de ‘pegajosa’ es la inflación. Y esto es lo que preocupa a los bancos centrales».
En sus proyecciones de junio, el Banco de España elevó la previsión anual de la inflación subyacente cuatro décimas al 3,2%, lo que supone ‘confiar’ en una significativa caída hasta final de año. En concreto, el organismo confía en que la tregua de los precios se confirme en los próximos trimestres.
Los precios de consumo apuntan en agosto un avance del 0,1% respecto a julio y supone la quinta tasa mensual positiva en lo que va de año (aunque la más baja de todas): solo se han registrado tres negativas, en julio (-0,3%), abril (-0,2%) y enero (-0,4%).
Fuente: El Economista.es
