Los precios elevan el «estrés» en toda la cadena de producción alimentaria

La subida de los precios de los alimentos estrecha los márgenes y eleva el estrés en toda la cadena de producción -agricultura, industria y distribución-, tensiones que los ciudadanos notarán en la compra, al menos hasta la primavera.

Los datos de los precios al cierre de 2021 muestran que la crisis global por el alza de las materias primas y del transporte ya se refleja en la factura del supermercado o de la tienda tradicional, si bien el sector alimentario tiene sus particularidades al reaccionar a la inflación.

Los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentaron un 5 % en diciembre respecto al mismo mes de 2020, mientras que la tasa de inflación española general fue del 6,5 %, la más alta desde mayo de 1992, según el Instituto Nacional de Estadística.
La transmisión del alza de materias primas a los precios alimentarios de venta al público ha sido más lenta, pero según varios expertos consultados por Efe se esperan meses de incertidumbre y una escalada en febrero y marzo.

Por parte del sector primario, las organizaciones agraria Asaja, COAG y UPA han alertado del coste de los insumos y de las estrecheces en la negociación de precios durante la convocatoria de una manifestación nacional en marzo en Madrid y en su reunión con el comisario europeo del ramo, Janusz Wojciechowski.

Un asunto que también estará presente en la reunión del Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) el lunes en Bruselas.

Logística y plástico encarecen los alimentos

El  director de servicio al cliente para Iberia de Kantar Worldpanel, Carlos Cotos, ha subrayado que si bien el repunte de la energía ha influido en el encarecimiento de los alimentos no es el único factor. Han repercutido más el coste de los plásticos, los embalajes o del transporte y de la logística.

Además, en otoño y hasta final de año, las industrias y fabricantes negociaron las “tablillas”, según las cuales se actualizan los precios, por lo que la transmisión de cotizaciones ha sido más lenta en el caso de los alimentos respecto a la de otros bienes.
Toda la cadena alimentaria “se estresa” y trabaja con márgenes pequeños, según Cotos: el agricultor tiene dificultad para subir su remuneración ante unos mercados muy «expuestos», el fabricante aumenta costes y pierde margen cuando los traspasa a la distribución, quien a su vez trata de contener precios o responde al fenómeno con promociones.

“La mala noticia es que esperamos que la inflación dure unos tres meses pero por otro lado deberíamos ver que afloja después, porque los costes recuperarán cierta normalidad”, ha remarcado.

Respecto al impacto en el consumo, ha puntualizado que en la alimentación el ciudadano decide cómo quiere absorberla, o cambiando su dieta o eligiendo una carne o pescado u otros dependiendo del coste.

Sin embargo, advierte de que para los ciudadanos, los datos de la inflación generan menos miedo que aquellos relacionados con riesgos sobre sus fuentes de ingresos, como podrían ser unos hipotéticos repuntes repentinos en las tasas de paro. «Honestamente, es prematuro hablar de una crisis inflacionista en la alimentación sin precedentes; esperamos que los precios se normalicen a partir del segundo trimestre», según Cotos.

Incertidumbre ante la oferta de materias primas                  

Según María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, existe una «segunda fase» de un proceso inflacionista por el que se produce una transmisión de coste de producción de las empresas al consumo” y se está notando especialmente en los alimentos. Fernández ha señalado que los precios de las materias primas son los más caros del “siglo”, desde el año 2000, ante una coyuntura por la oferta comparable a la de los años 70 por la crisis del petróleo.

Ante esta situación, ha asegurado que el margen de error de cualquier previsión es alto, debido a la incertidumbre sobre la duración y el alcance del encarecimiento de los alimentos; además, las circunstancias que afectan a la inflación son muy distintas a las que había antes de la globalización o la llegada del euro.

«La inflación viene de fuera, de productos que importamos. En esa circunstancia nos hemos empobrecido. Los que exportan se benefician, los que importamos materia primas somos más pobres”, según Fernández. No obstante, ha confiado en que se cumpla el escenario de dos o tres meses de escalada y en que después no se consolide, para que no frustre la recuperación, desciendan las materias primas y los «cuellos de botella» del transporte marítimo.

Fuente: Valencia Plaza

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