La banca baja comisiones por tarjetas al comercio, pero logra ingresar más

La estrategia de la banca para impulsar el uso de las tarjetas ha hundido las comisiones que cobran a los comercios por utilizar sus terminales lectores (TPV) a mínimos históricos durante la pandemia. Su tarifa media acabó el pasado mes de septiembre en el 0,37%, frente al 0,41% de 2019 y que era la cota que mantenía prácticamente invariable desde 2016. Si se baja la lupa a los sectores, las estadísticas del Banco de España revelan que el abaratamiento ha sido además generalizado, con independencia del sector económico donde opere el establecimiento que soporta el cargo.

Se puede encontrar ahí que la comisión aplicada a las empresas de transportes cada vez que sus clientes usan el dinero de plástico para pagar los viajes en lugar del efectivo ha caído desde el 0,66% al 0,53% desde la situación prepandemia; o que desciende del 0,58% al 0,49% en las agencias de viajes, del 0,53% al 0,47% en la tarifa repercutida a restaurantes o del 0,42% al 0,36% en supermercados. El comercio minorista ha visto abaratarse su tarifa media desde el 0,43% al 0,41% y las grandes superficies de alimentación del 0,23% al 0,22% y así sucesivamente con el resto de negocios.

Negocio de volumen
Aunque puede parecer una rebaja simbólica en algunos casos, el negocio para los bancos en esta parte de la actividad con tarjetas se da por la multiplicación de operaciones. Y entre enero y septiembre, las entidades financieras recaudaron 502,42 millones de euros por la llamada tasa de descuento o comisiones que abonan los comercios por el alquiler del TPV y los servicios de mantenimiento asociados. Dicha cuantía supone un 21,79% más frente a los 412,52 millones facturados en idéntico periodo de 2020, cuando el consumo estaba a la baja por las restricciones decretadas para combatir la pandemia, pero mejora en un 0,89% los 497,95 millones ingresados en el mismo periodo de 2019.
El incremento del negocio está directamente relacionado con el fuerte tirón de las tarjetas como medio de pago final. A pesar de confinamientos y limitaciones a la movilidad y a los negocios, las operaciones abonadas directamente con estos dispositivos aumentaron un 4,4% durante el ejercicio 2020 y se habían disparado otro 20% adicional hasta septiembre pasado.

Las cifras del Banco de España constatan que la recuperación en los ingresos para la banca viene de la mano del empuje en el consumo, ya que la facturación a través de tarjetas de particulares rebasa a las cifras de 2019 mientras que en los plásticos corporativos o de empresa los ingresos siguen un 5,38% por debajo de cotas pre-Covid. Esta última situación puede deberse a las limitaciones en los viajes e, incluso, comidas de negocios, donde suelen usarse estos dispositivos.

A diferencia de otros momentos, la rebaja generalizada actual no obedece a una obligación normativa como sí ocurrió en los años 1999 y 2014, cuando el Gobierno reguló en sendas ocasiones para abaratar de forma drástica las comisiones que se aplicaban a los comercios con el argumento de diluir su resistencia a aceptar las tarjetas de los clientes como medio de pago y promover además, de forma indirecta, una rebaja de precios para los consumidores en sus artículos y servicios.
En ambos casos se redujo por ley la llamada tasa de intercambio que se reparten el banco dueño del TPV con el banco emisor de la tarjeta del cliente, ya que la tasa de descuento no se puede fijar por norma porque iría contra la libre política comercial de las entidades. Sin embargo, la primera supone más del 80% de la segunda, de forma que el ajuste tiene efectos directos. Y así ocurrió: la ley de 1999 bajó la tasa de intercambio máxima desde el 5,1% de entonces al 2,75% en el verano de 2002, provocando que la comisión tope a comercios bajase desde el 6% al 3,48% en ese mismo tiempo y la media se fijase ya en el 1,59%. Con la reforma de 2014, la comisión media al comercio bajó del 0,66% al 0,42% en 2016, donde se ha mantenido casi hasta 2019.
La banca buscó compensar entonces los menores ingresos con recargos en otra parte de la cadena. Como ejemplo, fue en 2014 cuando se fijaron cobros por vez primera en los cajeros automáticos a clientes de otras entidades y se recuperaron las cuotas de mantenimiento de las tarjetas. Pero como el negocio en tarjetas se produce por multiplicación de operaciones, el avance creciente, en buena medida por el ecommerce, y la fuerte competencia actual facilitan que se bajen las tarifas. Desde 2002, el número de pagos directos con tarjetas se ha multiplicado por 4,77 veces y las cuantías abonadas por 3,4 y han pasado de 46.828 millones de euros a más de 160.500 millones.

Fuente: El Economista

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