La convergencia de tres fenómenos amenaza la viabilidad de miles de negocios en España. El consumo retenido durante los peores meses de la pandemia y al cual se ha ido dando salida en los dos años posteriores a la crisis sanitaria ha ido perdiendo fuelle mes tras mes, y más aún en el último ejercicio, cuando los efectos de la guerra en Ucrania ya se dejaban notar con fuerza en el bolsillo de familias y trabajadores.
Y por si fuera poco si a esta moderación del consumo privado se le añade la doble circunstancia del incremento de costes de producción y de los costes de financiación, el resultado es que cientos de miles de negocios, principalmente los más pequeños, se encuentran en el alambre. Más aún tras la finalización el pasado mes de junio de la moratoria para la devolución de los créditos ICO concedidos durante la pandemia.
Concretamente, aunque en términos de facturación las ventas de las pymes mantienen el pulso dilatadas por el efecto de la elevada inflación en los cobros en euros, en el último trimestre del pasado año no solo se ralentizaron hasta el 11,7% (un 10,6% en las más pequeñas), frente al 14,5% del mismo periodo del año anterior, sino que las operaciones en volumen de unidades vendidas prácticamente se congelaron a finales de año. De hecho, en las pequeñas empresas las ventas reales registraron una exigua variación del 0,1%, eliminando los efectos de la inflación en la facturación en euros corrientes, y avanzaron un 3% en las medianas empresas.
Así se desprende del ‘Indicador Cepyme sobre la Situación de las Pymes Españolas’ del cuarto trimestre de 2022 publicado este martes por la patronal de la pequeña y mediana empresa en España que da cuenta de cómo la moderación de las ventas se mantiene constante al calor de la desaceleración económica. Cabe recordar que hace solo unos días el INE daba cuanta de una importante moderación del consumo de los hogares en el último cuarto del pasado año, cuando se redujo un 0,8% el consumo final general, pero que se hunde hasta el 1,8% si nos fijamos en el consumo específico de los hogares.
Costes laborales
Pero el contexto no se dibuja tan solo con la evolución de costes de producción y de ventas, sino que los costes laborales se han alzado como unos otro de los puntos de escape de rentabilidad de los pequeños negocios. Según señala Cepyme en este último estudio, los costes totales de las pymes continuaron creciendo por encima de lo que lo hicieron las ventas, impulsados por la energía y los costes laborales, que aumentaron casi un 6% en las pequeñas empresas. Concretamente, los costes globales se incrementaron un 12,6%, y hasta un 13,6% en el caso de las más pequeñas -aquí las ventas crecen a un ritmo del 10% en términos de facturación-, en el último trimestre del año.
En este punto, los costes laborales crecieron más en las empresas pequeñas (un 5,8% en el último trimestre) que en las medianas (4,2%), reflejando el desigual impacto por tamaño de empresa del alza del salario mínimo interprofesional (SMI). A esto hay que sumar las acumulativas subidas de cotizaciones que ha sufrido la empresa durante los últimos 5 años. Desde 2018, las bases mínimas de cotización han subido cerca de un 50% y las máximas lo han hecho un 18,5%. Además, se ha registrado la primera subida de tipos de cotización de los últimos 40 años, ampliada ahora de forma considerable con la nueva aprobación de la reforma de pensiones.
«En los últimos 24 meses, los costes han acumulado un aumento del 33% en las pymes», señala el informe asegurando que «la persistencia de esta situación está menoscabando la resistencia de la empresa. De hecho, en el último trimestre del año se constata un cambio de tendencia en la actividad de la pyme, que se traduce en un debilitamiento del empleo y en la primera reducción anual del número de empresas que se registra desde 2013 (exceptuando los años con mayor impacto de la pandemia), con un saldo de 1.151 pymes menos.
La espiral de costes, más allá, se cierra con el encarecimiento de la financiación. Según los resultados del indicador de Cepyme, las empresas están sufriendo una fuerte restricción del crédito debido a los efectos de la inflación y al cambio de política monetaria. Además, la subida de precios provoca que los nuevos préstamos cubran un menor porcentaje de las ventas: a cierre de 2022 representan un 14,7% del volumen de ventas, frente a una media del 19,8% en el trienio previo a la pandemia (2017-2019).
Además, el tipo de interés medio de los nuevos créditos bancarios a pymes ascendió al 3% en 2022, umbral que se supera por primera vez desde marzo de 2015, lo que encarece los gastos financieros: hay que remontarse a 1995 para encontrar un incremento de 1 punto porcentual en un solo trimestre.
Erosión del tejido productivo
No es casualidad en este contexto, como viene analizando este medio, la erosión creciente del tejido productivo que ya se está descontando en forma de cierres de compañías. En el cuarto trimestre de 2022 la merma del parque empresarial se concentró en las microempresas, con una caída del 0,6% de empresas de menos de 10 empleados, hasta desparecer 6.262 sociedades. Mientras, las firmas pequeñas subieron un 2,6%, en 4.164, y las medianas, un 3,7%, en 948, según Cepyme.
Por sectores, destaca la pérdida de 7.057 pymes en actividades agropecuarias a lo largo de 2022 (-6,8%) y de 876 en la industria (-0,8%). No obstante, crece el número de empresas en la construcción (+2.895) y los servicios (+3.888) un 2,1% y un 0,4% respectivamente.
Sin embargo, la erosión del tejido productivo se viene ya produciendo desde los primeros compases del pasado año. Entre febrero de 2022 y el mismo mes de 2023 se perdieron 20.700 trabajadores por cuenta propia en el comercio, el peor dato de todos los sectores entre febrero de 2022 y febrero de 2023. Además, en el último día de enero había 1.414.317 empresas con cuenta de cotización en la Seguridad Social, la cifra más baja desde marzo de 2022, y evidencia que en tres meses la economía ha perdido 17.470 empresas.
Fuente: ABC
