Los súpers tardan seis meses en repercutir las subidas de costes en los alimentos

Los precios de la alimentación, que actualmente impulsan la inflación, podrían empezar a moderarse a mediados de año

 

En pleno ofensiva de Podemos contra las grandes distribuidoras, los datos son claros. Los supermercados trabajan con márgenes de por sí muy estrechos, de entre el 2 y el 3%, que no pueden ensanchar subiendo el precio de venta al público por encima de sus competidores para mantener las ganancias si no quieren perder la batalla por la cuota de mercado.

En este sentido, el principal factor que impulsa el IPC alimentario, que se sitúa en máximos históricos rozando el 16% interanual, es la subida de costes de producción. De hecho, hay una correlación directa entre el incremento de estos costes y el precio de los alimentos a seis meses vista, es decir, los súpers tardan seis meses en repercutir los costes en la tarifa de venta desde que empiezan a impactar en el sector agroalimentario.

Según un análisis de la inflación hecho por el gabinete de estudios de la Cambra de Comerç de Barcelona, la variación de los costes de producción de los agricultores y ganaderos se relaciona directamente con el IPC alimentario con una lag de medio año. Esto implica que los costes de producción y distribución no llegan al comercio minorista y al producto final hasta pasados aproximadamente este tiempo.

El precio de los bienes y servicios de uso corriente, una categoría que incluye el coste de las semillas, fertilizantes, alimentos para el ganado, tratamientos zoosanitarios, etc, aumentaron en proporciones muy parecidas a la escalada de la inflación de los últimos meses, pero con meses de diferencia. Pasaron de tener incrementos del 30% en enero a llegar un pico de 40% en julio de 2022, momento en qué empezaron a bajar. Mientras, la inflación alimentaria se disparó en los últimos meses del año, dibujando una curva casi idéntica si se tiene en cuenta este lag de seis meses.

Crecimientos paralelos con seis meses de diferencia

Por su parte, la evolución del precio de la energía y los lubricantes para agricultores y ganaderos fue mucho más irregular, pero a grandes rasgos dibujó un arco que se inició en julio de 2021 y tocó techo a principios de 2022, coincidiendo con el inicio de la guerra de Ucrania, momento en qué los carburantes se desbocaron. Como muestra el IPC general, han ido bajando de forma progresiva desde entonces.

Concretamente en el caso de los agricultores, la evolución de los costes destinados a comprar fertilizantes es prácticamente paralela al precio de los alimentos, siempre teniendo en cuenta esta diferencia de seis meses. También dibujaron un pico en el primer trimestre de 2022 y fueron bajando desde entonces. Más irregular fue en el caso de los precios del pienso para el ganado, que crecieron de forma casi vertical a principios del año pasado y se moderaron en el segundo semestre de 2022. En todos los casos, el IPC alimentario ha seguido sus tendencias seis meses más tarde.

Esta correspondencia, y con la suavización de todos los costes de producción en los últimos meses del año, lleva a pensar que los precios de la cesta de la compra empezaran a retroceder de cara al segundo semestre del año. Eso sí, se trata de una moderación, dado que los gastos en energía, fertilizantes y pienso siguen por las nubes, lejos de una normalización, y tendrán que bajar mucho más para controlar el precio de la cesta de la compra.

De hecho, la Cambra apunta a esta contención del IPC, siempre y cuando se mantenga la misma tendencia económica de los últimos meses y no haya más cambios geopolíticos, como podría ser una escalada de la guerra en Ucrania, que vuelva a disparar los precios de la energía. “La tendencia de los costes es descendente, pero el lag temporal puede ser variable. Los costes en origen caen, los alimentos no elaborados también y finalmente llegará a los elaborados”, expone el jefe del gabinete de estudios económico de la entidad empresarial, Joan Ramón Rovira.

Los supermercados y la rotación

Por otro lado, el economista recuerda que los supermercados son un sector que trabaja con la rotación, y pocas veces repercuten la totalidad de sus costes en el precio de venta. “Repercuten los costes, no al 100% y se comen una parte. Cuando los costes caen, ellos se recuperan”, explica sobre su modelo de negocio.

Sobre la rebaja del IVA de los alimentos básicos, la medida estrella anticrisis del Gobierno, el economista apunta que cualquier disminución “será positiva para el consumidor”. Sin embargo, los primeros estudios apuntan a un ahorro de apenas 32 euros y a la posible sustitución en el consumo de los alimentos no incluidos en la rebaja de tipos como la carne y el pescado.

El estudio de la Cambra también muestra como los precios de los alimentos están impulsando el IPC general. Los precios de la energía ya tienen un efecto negativo en el índice interanual, mientras que el IPC alimentario copa buena parte del incremento.

Fuente: Economia Digital

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