“No compro en Amazon”: los motivos de los que se niegan a participar en el comercio ‘online’

La compra por la vía electrónica ha aumentado de forma exponencial los últimos años, pero diversas voces hablan de su rechazo a este tipo de consumo por principios, valores y los beneficios de impulsar el comercio de proximidad

Pocos gestos ya más comunes que el de hacer clic para que, al poco, un mensajero llame a la puerta con el paquete que hemos pedido. Y cada vez lo es más. El volumen del negocio online ha aumentado en España un 400% entre 2011 y 2020, según el CICI del Ministerio de Industria. Ese año, la pandemia llevó a 26,2 millones a comprar a través de su pantalla y, desde entonces, las cifras no han bajado tanto. En 2023 fueron 25,9 millones las que realizaron alguna compra por internet, según un estudio del IAB Spain. Aproximadamente, un 53% de la población compra de forma electrónica alguna vez al año. Pero, ¿qué pasa con todas personas que nunca acuden a este tipo de comercio?

Según el INE, algunos prefieren el negocio físico, o no se sienten seguros o prefieren proteger sus datos. Otros simplemente carecen de habilidades y conocimientos. Según el estudio Ecommerce 2023 del IAB Spain, siete de cada diez compradores online ha dejado su compra online a medias. La mayoría, dice el estudio, quería reflexionar más sobre su compra. Pero a algunos no les hace falta ni reflexionar. Tienen claro que descartan el comercio electrónico y por qué. Ese clic, para muchos, se acaba transformando en un aumento de la huella medioambiental, pocos derechos laborales para sus trabajadores y una situación de oligopolio en el mercado. Dentro del rechazo a comprar online, las fuentes consultadas critican un nombre propio: Amazon. La multinacional acapara ya el 41% de todas las ventas online en Estados Unidos.

Según datos de la propia empresa, Amazon emitió 71,27 millones de toneladas de dióxido de carbono por todo el mundo en 2022, un aumento del 37,7% en comparación con 2018 de lo que se considera perjudicial para el medio ambiente. “El modelo de consumo actual es insostenible, nos conduce al colapso económico y climático”, concluye Ángel Zurdo, profesor en la Universidad Complutense de Madrid e investigador de las sociedades de consumo.

“Hace más de dos años que no compro online. Sobre todo, evito hacerlo en Amazon, Uber Eats o Glovo. Si hace falta voy al sitio a recoger un pedido”, anuncia José Luis Zafra, trabajador en el sector de la comunicación a sus 28 años. Rechaza a comprar de forma electrónica “por motivos de clase, justicia social y de medio ambiente”. La empresa de Jeff Bezos ha reducido su plantilla en 157.000 empleados en el último año. “No quiero apoyar sus nefastas condiciones laborales en España y en el resto del mundo”, expresa. Hace años sus trabajadores hicieron huelga bajo el lema Make Amazon Pay (”Que pague Amazon”) pidiendo mejores condiciones laborales, más derechos y que reduzcan su huella medioambiental.

En 2021 se realizaron 1.087,3 millones de envíos en paquetería. Zafra critica estos repartos que contaminan y empeoran la movilidad en las ciudades. En España, cerca del 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero proceden del transporte, y la carretera representa casi el 95% de ellas, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Además, el peso total de la distribución de mercancías en una ciudad como Madrid supone el 38% del tráfico urbano, según un informe de la patronal de fabricantes y distribuidores AECOC.

“No compro en Amazon ni en grandes compañías del estilo”, dice Sara Plaza, periodista de 40 años, que enfatiza que la empresa solo tributó 4,8% de impuestos de 6.000 millones de ingresos en España. “Apenas paga impuestos en España y en cómputo global al usar una estructura financiera en paraísos fiscales y se come a las pymes robándoles datos e información”, indica por su parte Yago Álvarez, periodista económico, que a su vez, reconoce que sí que compra en otras tiendas online, pero no en el gigante americano.

Esperanza Álvarez, de 28 años, trabajadora en una cooperativa y estudiante de Ciencias Ambientales, no compra en casi ninguna web, excepto que sea del pequeño emprendimiento de personas autoempleadas. “No creo que la sociedad en la que vivimos en la que se premia el hiperconsumo sea sostenible ni para las personas ni para el medio ambiente”, dice al preguntarle por los motivos, a lo que asegura que con eso le basta “para replantear la forma de vivir”. Va más allá de comprar menos en online y confía en el consumo responsable y decrecionista como “una herramienta de cambio social”. “Tampoco creo que consumir mucho te haga más feliz, eso es una base ideológica. Podemos vivir con menos y hay que empezar a pensar incluso en no comprar más allá de lo básico”, concluye en su argumento y llama a que más gente tenga “conciencia sobre el consumo”.

Evitar su consumo no siempre lo debilita

“Siempre ha habido una tendencia de ciertos colectivos que se resisten a ciertas prácticas de consumo o canales. No es algo nuevo. Con la situación monopolista de Amazon surgen resistencias sociales, pero no tiene por qué ser algo novedoso”, defiende Zurdo. “Al hablar de empresas como Amazon, Ebay o Alibaba, es difícil que por unos pocos que rechacen comprarlo se debilite su estructura económica”, continúa en conversación telefónica.

Este profesor hace énfasis en que cuando una persona intenta aplicar el “consumo consciente y alternativo”, hay una tendencia a vascular a salidas individuales. “Dejarlo en un plano individual hace que no trascienda a un planteamiento más político y organizado”, dice. Eso sí, destaca aquí la importancia de iniciativas de barrios con consumos de proximidad y cercanía, “aunque a veces estas alternativas se relegan a un segundo plano”.

Zurdo reconoce consumir “de vez en cuando” productos de Amazon y sentirse incongruente. Pero como con cualquier problema, dice, las causas son multifactoriales: “La publicidad y el marketing han sabido moverse en marcos adaptables. Puedes vender refrescos de multinacionales hablando de revoluciones o productos contaminantes hablando de sostenibilidad”. Ve también como algo clave la sociedad de la inmediatez y “de los estímulos” en la que nos movemos: “es muy probable que lo que más estimule el consumo esporádico de masas es el electrónico por los estímulos rápidos que genera”. Y se pregunta: “¿pueden las clases populares acceder a la moda sostenible? Probablemente no. Las alternativas de consumo ahora mismo también tienen un coste elevado”.

Concienciar sobre el comercio físico y de proximidad

“Me encanta el contacto interpersonal en la tienda, crear barrio y poder saber cómo están los clientes”, quien habla es Eugenia Santín, creadora de la marca Hook en 2015. Ella, de alguna manera, lamenta haber empezado de forma online, porque dice ser consciente de los plásticos que generan. “Pero a día de hoy es más fácil empezar por internet que creando una tienda”, asegura. Tres años después de la creación de su marca pudo crear su tienda de forma física. “Una cosa es ser empresario y otra el nivel personal. Tengo mi conciencia propia, pero intento decirle a la gente que venga más en persona”, argumenta sobre su negocio y reconoce ya no comprar nunca en online.

Dentro de sus reivindicaciones del comercio en físico, destaca una: la creación de empleo. Según los datos de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre, el sector del comercio al por menor da trabajo a 1.878.900 personas. Esto supone el 8,9% del total de ocupados de la economía española y que el 61,1% del comercio corresponde al comercio minorista. “Algo amenazado por las grandes empresas, que siempre van a recortar en personal”, dice.

Lo que más compran los españoles a través de sus pantallas son prendas de vestir, servicios auxiliares a la intermediación financiera, hoteles y alojamientos, vuelos y juegos de azar y apuestas, según informa la CNMC. Sin embargo, como indican los datos, muchos españoles siguen prefiriendo el pequeño comercio igual que Eugenia Santín. “Me gusta la experiencia de la tienda física. Te ofrece una recomendación más personal de lo que vas a comprar”, opina por su parte José Luis Zafra.

Para el investigador Ángel Zurdo, “se toma conciencia cada vez más, pero a veces faltan alternativas”. En este sentido, él demanda intervención política y regulación en el sector. “Es necesario educar a la población sobre el impacto del consumo”, destaca. Recuerda que, por ejemplo, “comprar ropa todas las semanas no es sostenible”.

Fuente: El Pais

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