La urbe suma a su currículo la designación como epicentro internacional de la alimentación sostenible, el diseño, el turismo inteligente o las políticas verdes
“Son apuestas interesantes si las comparamos con la etapa en que Valencia apostó por los grandes eventos como la Copa del América”, afirma Ramon Marrades, economista, urbanista y director de Placemaking Europe, una fundación que promueve mejores políticas para el espacio público. Lo interesante de las tres apuestas de Valencia es, según Marrades, que reconocen una trayectoria, es decir, están basadas en unas políticas llevadas a cabo por la ciudad y no necesitan de grandes inversiones públicas. Marcan las políticas estratégicas de la ciudad. “En este último caso es donde soy un poco más escéptico porque somos capital del diseño, capital verde y aspiramos a ser centro de la innovación, pero después hay cuestiones que suceden en la ciudad que no encajan con ese modelo”, añade en relación a la creación de proyectos como el de Turianova, “un barrio insostenible”, al que solo se puede acceder en coche y con espacios de recreo privatizados; o al de la ampliación prevista del puerto de Valencia.
Agustín Rovira, economista y profesor en la Universitat de València, menciona cinco factores que garantizan que una capitalidad o evento tenga sentido. El primero es si cohesiona a sus habitantes; si se identifican y se implican en ello o lo viven de espaldas. Esa mirada a lo local es esencial “porque si no resulta marciano para el lugar”, opina.
La segunda condición es que refuerce el posicionamiento elegido previamente por la ciudad: los atractivos que pones en valor en comparación con tus rivales. El tercero es el impacto que tiene en el tejido económico privado porque hay capitalidades que, al final, destinan recursos públicos a las “festivalización” del evento pero no hay impacto económico en el entorno. Y el cuarto es el desarrollo posterior, tiene que dejar poso, abrir puertas, y tener un recorrido futuro porque si no, se queda en un acontecimiento puntual que no deja nada, si acaso a veces problemas”. La última condición es que si implica la construcción de equipamientos, estos estén dimensionados y se les pueda dar después contenido. “Es este país hemos tenido un exceso de contenedores sin nada dentro”, agrega Rovira, que considera superado ese papanatismo, según el cual, cualquier evento es bueno porque nos sitúa en el mundo. “Pues no es así. El mundo es muy grande, apenas hay tiempo y la atención de las personas está saturada”.
Más autoestima interna
Según Rausell, en términos de señalización es importante para Valencia ser capital del diseño, de la alimentación sostenible o capital verde, pero son más síntomas que causas de transformación. Son títulos que cumplen una doble función: reconocimiento exterior y generador de autoestima interna.
Sede de los Gay games en 2026
La ciudad de Valencia acogerá los Gay Games en el año 2026 tras superar en la elección final, celebrada en noviembre del año pasado en Brighton (Reino Unido), a las ciudades de Múnich (Alemania) y Guadalajara (México). Tras meses de preparatorios y una última presentación de la candidatura ante la Federation of Gay Games (FGG), la delegación valenciana logró convencer a los jueces y se convirtió en la sede oficial de estos juegos. En la competición participarán más de 15.000 personas.
Esta cita, según las previsiones del consistorio, atraerá a 100.000 visitantes y supondrá un impacto económico de más de 120 millones de euros.